El Atlante saborea por primera vez la gloria. Parte III

Por: Víctor Miguel Villanueva
@VictorMiguelV

Finalmente, el 1 de junio de 1947, el Atlante se coronó –por primera vez– campeón del futbol mexicano en la era profesional. Al final su indiscutible poderío, no en ese año, sino en toda la década, se reflejó con una vuelta olímpica. Es indiscutible que el equipo del general José Manuel Núñez tenía el mejor plantel; la delantera más productiva; poseía el máximo ídolo del futbol nacional, a los mejores extranjeros; causaba expectación en el campo que se presentara, era la oncena a vencer para todos; pero el campeonato se les había negado. Sin embargo, era irremediable que la Aplanadora Azulgrana levantara el trofeo de campeón y lo hizo ante casi 50 mil personas, en el primer estadio de concreto del país, para ser el protagonista de un hito más en la historia del futbol mexicano. Así pasaron los hechos:


El Atlante posando en el Olímpico de la Ciudad de los Deportes.

            Luego de 20 jornadas disputadas Atlante mantenía, como desde el inicio, la punta del torneo 1946-1947. Tenía 30 puntos por 25 del campeón Veracruz y del León. Con Tiburones y Panzas Verdes –en esos tiempos llamados Curtidores– disputaría el campeonato en los últimos ocho juegos. Un ingrediente más: el calendario tenía programada la visita de Veracruz a la Ciudad de México y la de los azulgrana al Bajío. Sería un cierre emocionante. Más aun cuando le tocó al Atlante descansar y sus perseguidores se pusieron en 27 puntos cada uno.
            El 2 de abril de 1947 reapareció el equipo de Luis Grocz en el Parque Asturias para medirse al San Sebastián, único equipo capaz de vencerlos en la primera vuelta. El trabuco azulgrana en 30 minutos hizo ¡cinco goles! para el delirio de su afición: Mateo Nicolau, Horacio Casarín, Ángel Segura y dos de Rafael Meza los autores de esta avalancha de goles. El público no dejaba de ovacionar las acciones de Angelillo y la prensa resaltaba el juego de Roberto Scarone “jugó limpiamente y dando pases de todas marcas, demostró lo valioso que es en su equipo”. En el segundo tiempo  Casarín marcó el sexto gol, pero no cualquier gol: el ídolo máximo con balón dominado encaró a un defensa, lo eludió para inmediatamente impactar el esférico con fuerza; su remate pegó en el travesaño y luego terminó en el fondo de la red. El público atlantista sacudía las maderas azul y blancas del Parque Asturias.
            Pero, si el San Sebastián fue presa fácil, el rival en turno lo era más. Le tocaba enfrentar al colero general de la competencia: el América. Los Cremas sólo fueron oponentes hasta el primer gol, luego –como muchos otros equipos– fueron testigos privilegiados del juego vistoso y contundente del Atlante. A los 35 minutos centra Nicolau, el portero contrario no puede quedarse con el balón, ahí está El Maestro para definir. Quince minutos después ahora es Vantolrá el que desborda, su centro es atrasado, ahí donde Meza de media vuelta prende el esférico y 2-0. El 3-1 fue un autogol del defensa Ayala. El Maestro Vantolrá hace el 4-1 tras una jugada de triangulación entre Nicolau, Meza y Casarín. Finalmente, el 5-1 es obra del Tico Meza a pase de Roberto Scarone.
Vino otra semana de descanso para el líder. En este nuevo receso León no pasa de un empate con Atlas, pero Veracruz masacró 6-0 a Monterrey. Así, el campeonato está más cerrado que nunca. Atlante tiene 34 puntos por 32 de León y Veracruz. La jornada 23 tiene a toda la Liga pendiente de los punteros: Atlante recibe al Marte, Veracruz contra el Asturias y León frente al Moctezuma. ¿Qué saldrá de esta semana crucial para la definición del campeonato 1946-1947?
Horacio Casarín en el Olímpico de la Ciudad de los Deportes,
la casa del Atlante.
El 23 de abril, el Atlante hace lo suyo en el Parque Asturias, golea 6-2 al Marte y pone a salvo su liderato. Otra vez es una cascada de goles y en 30 minutos hacen cuatro: Scarone, Meza, Valtonrá y Angelillo del minuto 13 al 44 del primer tiempo. La prensa se deshace en elogios para el mediocampista charrúa. En el segundo tiempo, Scarone sigue manejando los hilos del juego azulgrana: Angelillo y Meza hacen los otros dos goles. Todos los extranjeros de la Aplanadora Morena hacen gol ese día. En esa misma jornada también ganan León y Veracruz. El siguiente duelo es entre azulgranas y Tiburones.
La expectación es inmensa, se trata del juego entre el líder y sublíder con únicamente dos puntos de diferencia entre ambos; son también los actuales campeones y subcampeones, ni más ni menos. La Federación Mexicana entiende lo que significa el partido y anuncian que éste se realizará en el Olímpico de la Ciudad de los Deportes con una capacidad de 40 mil personas. Sería el primer juego de Liga en el nuevo coso de avenida de los Insurgentes. Los periódicos lo tienen como tema central, La Afición, en algo adelantado a la época, hace infografías de ambos conjuntos; saca al Pirata Fuente en portada y llama a los jugadores del Atlante Soles Morenos.
Veracruz se concentra en San Martín Texmelucan y de ahí viene a la ciudad de México a entrenar. Un día coincide con el Atlante. Los jarochos hacen uso del campo primero y luego, se observa en fotografías de la prensa, que se quedan a la práctica de sus rivales. En las afueras del coso se venden ya los boletos a una multitud que los solicita. Los palcos, con seis asientos, a 33 pesos; los de tres a 16.50 pesos; sombra numerados a 5.50, la sombra general a 4.00; sol preferente a 3 y el general a 2; niños en sombra en 75 centavos y en sol a 25. Mientras tanto, el general Núñez es cuestionado sobre el partido, recordándole que el año anterior Veracruz le quitó el título al Atlante al golearlo en el Asturias, pero el dueño del equipo azulgrana responde “El Atlante es un equipo integrado por deportistas que tiene amor a su camiseta y pleno sentido de responsabilidad para con sus partidarios y con su club”.
Hablando de partidarios azulgrana, El Universal publica los días previos la siguiente cabeza: “Cinco mil sombrerudos apoyarán al Atlante”. Según el reportero la afición del Atlante llevaría al juego, para distinguirse del resto, sombreros de palma con un listón azul, se ubicarían en la zona poniente del estadio, abajo del marcador. La misma fuente al siguiente día asegura que la afición de Veracruz llevará guayabera y paliacate rojo en el cuello y que también se calculan 5 mil los que harán el viaje para tan crucial partido.
Finalmente, llegó el día. El 4 de mayo, el Olímpico de la Ciudad de los Deportes estaba lleno. La taquilla es de 139 mil 662 pesos con 50 centavos, todo un récord histórico. El Atlante es el primero en salir al campo con su tradicional uniforme, el público azulgrana no oculta su algarabía; luego el Veracruz aparece de playera amarilla, se escucha una banda en la tribuna, salen cohetones y una manta dice “Sólo Veracruz es bello”.
Se pone en marcha el juego. Nicolau tiene la primera opción de gol pero su remate de cabeza pasa desviado. Al Pirata Fuente no se le ve concentrado, mientras que Roberto Scarone “juega horrores”. A los 23 minutos Vantolrá hace un saque de banda, Arizmendi va por derecha y centra al área; ahí Angelillo remata de cabeza pero a la colocación del arquero Camacho, este suelta el balón y el propio jugador argentino contrarremata para el 1-0. Nadie en el estadio duda que se viene la Aplanadora Morena: a los 27 minutos Roberto Scarone conduce el balón, ve la oportunidad, dispara a gol; su cañonazo de zurda se estrella en el travesaño, cuando aún se escucha el “ah” del público, Horacio Casarín de cabeza remata y gol: 2-0 para el líder del torneo. Se viene el descanso.
El Universal.
Hemeroteca Nacional
Universidad Nacional Autónoma de México
Las crónicas periodísticas hablan de un bajo nivel de Veracruz, pero tampoco dejan de alabar la forma en que Atlante se apoderó del partido de principio a fin. A los 63 minutos, Arizmendi también ve la opción del disparo de larga distancia, lo realiza con gran potencia; su remate también pega en el travesaño, pero luego lo hace en la espalda del portero Camacho y viaja a la red jarocha. Tres a cero del Atlante. El Maestro hace su clásico desborde antes de centrar con su acostumbrada precisión, la defensa va con Casarín, pero el balón va a la cabeza de Angelillo quien remata de cabeza en el aire, Camacho hace malabares con el balón y finalmente se le escapa a su portería. Cuatro a cero y la Bamba ya no se escucha más. A lo 79 el mejor gol de la tarde: Angelillo también prueba su cañón de larga distancia y éste sí anota por encima del portero y sin pegar en el travesaño. La afición del Atlante arroja sus sombreros al aire y entona el “les guste o no les guste”. El título está más cerca que nunca.
Por delante está el viaje a Guadalajara, la siempre difícil aduana tapatía. El campo está lleno y la perenne cojiniza al árbitro no faltará. Los locales se ponen en ventaja, luego la bronca se desata en las tribunas cuando el público juzga que el silbante Horacio Pastor no ha marcado dos penales en contra del Atlante. Al medio tiempo Pastor huye corriendo al vestidor. A los 62 minutos la visita logra la igualada: Angelillo centra de derecha hasta el otro lado del área, ahí El Maestro remata, pero no a gol, sino al área de penal donde Casarín, de cabeza, hace el gol del Atlante. Un empate de gran valor en una jornada que descansó León, por lo tanto la clasificación va así: Atlante 39, León 36 y Veracruz 35. Faltan seis puntos por disputarse.
El jueves 16 de mayo de 1947 el León gana su juego correspondiente a la jornada 26 y así se pone a un punto del Atlante que el domingo juega ante el Asturias. El equipo y su afición están nerviosos, el dueño del Parque hace un gran primer tiempo y tiene a los Prietitos en cero goles. En la segunda parte ya pasaron 20 minutos, no hay movimiento en el marcador y sí mucha angustia y fatalidad en los rostros y en las mentes de cada uno de los atlantistas ahí reunidos. Nicolau cobra un tiro de esquina que encuentra la cabeza de Rafael Meza ¡Gol! el grito es instantáneo y potente. Seis minutos después viene un centro del joven Noriega que otra vez es acertadamente rematado por Meza para el 2-0 y al 86 Nicolau vence al portero del Asturias en un mano a mano. Tres goles para una victoria que les deja con 3 puntos de ventaja antes de jugar en León, en la penúltima jornada.
La portada de La Afición el 2 de junio de 1947.
Entonces se da lo insólito. El jueves 22 de mayo Oscar Flores, subsecretario de Ganadería y jefe del Comité de la Campaña contra la fiebre aftosa, suspende el juego entre León y Atlante, lo mismo que una corrida de toros. Su razón es la siguiente: “acudirán a presenciar estos eventos numerosos visitantes de otras regiones y como en esta región existe fiebre aftosa, el contagio pudiera ser llevado a otras regiones no infectadas”. En León no había fiebre, el peligro era que de Irapuato o Celaya la gente, que iría supuestamente al juego, llevara el virus. La noticia sacude a todos la mañana del viernes 23. En la Federación hay una reunión urgente donde hubo “mil proposiciones”. Una de ellas la hace Germán Núñez Cortina, miembro de la Comisión de Calendarios, que es jugar a puerta cerrada. Pero no es aceptada, por “respeto a la afición” que quiere ver el juego y que además ya adquirió las 8 mil localidades. León propone jugar en Puebla. Luego, sin ser precisas las fuentes periodísticas, se afirma que la directiva leonesa acepta jugar en el estadio Olímpico de la Ciudad de los Deportes. El reportero de La Afición afirma que la discusión terminó cuando la directiva del Club León aceptó que el partido se jugara en la capital de la República cuando se le garantizó que “se llevarían 50 mil pesos de utilidades”.
Así, la mañana del 1 de junio de 1947 ingresaron al coso de la avenida Insurgentes 48 mil 622 personas que dejaron una taquilla neta de 139 mil, 598 pesos con 50 centavos. El partido fue escaso de emociones. Atlante jugó a no perder para obtener el punto que necesitaba para coronarse ese día por primera vez en el profesionalismo. La única oportunidad de gol en la contienda la salvó el Potrillo Villavicencio en un mano a mano con el delantero Flores. No hubo más. Cuando el árbitro silbó el final el Atlante saboreo por primera vez la gloria con Potrillo Villavicencio; Peluche Ramos y Negro Medina; Arizmendi, Roberto Scarone y José La Margarita Gutiérrez; Martín El Maestro Vantolrá, Ángel Segura Angelillo, Horacio Casarín, Rafael Meza y Mateo Nicolau, dirigidos por Luis Grocz y por José Manuel Núñez, el general Núñez como directivo. La prensa coincidía que Atlante ese día no lució pero jugó “con envidiable unidad, con tesonero entusiasmo, con ritmo uniforme, con positiva paciencia”. Es decir, jugó para ganar.
El Universal
Hemeroteca Nacional
Universidad Nacional Autónoma de México
En los vestidores hubo mariachis, porras para cada uno de los integrantes del equipo; no hubo sidra: “Circulaban botellas de refresco y una de coñac”. El general Núñez declaró: “Nadie puede comprender el gran regocijo que experimentó en estos momentos”. El técnico húngaro dijo “mis nervios eran un volcán en erupción durante todo el partido pero ahora todo se olvida, ante el hecho de ser campeones”. Hay fotografías donde se observa a Luis Grocz en el campo abrazándose con La Margarita Gutiérrez, así como a la afición madura felicitando a Casarín y a niños rodeando a Angelillo. Roberto Scarone afirmó “se siente muy bonito ser campeón, más por cómo hubo que sudar la camiseta en el juego”.
La temporada 1946-1947 terminó el 5 de junio con un triunfo del Atlas sobre el campeón Atlante por tres goles a dos. Muy pocos repararon en el hecho, seguían saboreando la gloria que da ser campeones por primera vez con un equipo inolvidable en su juego, en su plantel y en su contundencia ante al arco rival, como lo son todos los equipos grandes en el futbol.

Fuentes:
Esto, La Afición y El Universal.
Nota: Algunas de las fotografías aquí presentadas NO corresponden necesariamente a los hechos aquí narrados, sirven de ilustración al texto.


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